A casi cuatro décadas de haber sido inaugurada, Ford de México celebra el arranque de operaciones de la primera planta de motores de lo que hoy es el complejo industrial de Ford Chihuahua conformado por tres instalaciones, que actualmente producen motores de gasolina y diésel, estableciendo los más altos estándares de calidad en producción de México y que se exportan a países como Estados Unidos, Argentina, Sudáfrica, Alemania y Rumania para modelos como Lincoln Corsair, Maverick, Bronco Sport, Focus, entre otros.

En los años ochenta, con introducción de los modelos Tempo y Topaz en el catálogo de Ford, ambos equipados con un motor de cuatro cilindros llamado PENTA, se creó la necesidad de establecer una planta de motores que, junto con la planta de Lima, Ohio, pudiera ayudar a satisfacer la gran demanda global de dichos modelos. Para el equipo directivo de Ford en Michigan, la decisión de seleccionar a un país para construir una nueva planta de motores no fue fácil ni inmediata y 1980 fue un año clave en el que se llevaron a cabo las discusiones necesarias para que, ese mismo año, se diera a conocer la decisión de que México sería el indicado para albergar la nueva planta de motores de la compañía y que significaría un avance muy relevante a nivel industrial, laboral y productivo para la industria automotriz nacional.

Con una inversión aproximada de 400 millones de dólares, cantidad materializada para producir 400,000 motores al año y después de considerar ciudades como: Querétaro, Torreón, Guadalajara y Ciudad Juárez, fue Chihuahua, que, gracias a la calidad de su gente y a la cercanía con la frontera estadunidense, fue la ciudad elegida para albergar la primera planta de motores de Ford en México, que fue la precursora del complejo industrial de Ford Chihuahua que es se actualmente una de las instalaciones más competitivas de la corporación a nivel global.

“Para el proyecto de esta primera planta de motores, la empresa adoptó un sistema muy interesante, que era asignar cada puesto a dos personas: a un ingeniero mexicano y a un ingeniero americano, con el objeto de que el ingeniero mexicano se entrenara y aprendiera también, mencionó Aureliano Lugo, gerente de Ford Chihuahua. “Para nosotros fue muy satisfactorio el haber podido seleccionar y contratar a cerca de cuarenta muchachos recién egresados del Tecnológico Regional de Chihuahua, que nos llevamos a Deaborn a capacitar. Y resultaron verdaderamente excelentes,” agregó.

Con una producción acumulada de 1,429,981 motores hoy a casi cuatro décadas de distancia, la planta de motores de Chihuahua ha representado un gran orgullo la familia de Ford de México que, desde la producción del primer motor de cuatro cilindros, para convertirse posteriormente en la primera de cinco plantas a nivel mundial en fabricar el motor DURATEC I4, es hoy un símbolo de eficiencia, productividad, alta calidad de procesos y excelencia en su mano de obra de México para el mundo.

Por luisdemen