Todo comenzó en 1969, cuando BMW Group decidió construir vehículos eléctricos experimentales basados en la Serie 02 de BMW. El resultado fueron dos unidades BMW 1602 que vieron la luz en las Olimpiadas de Múnich en 1972, como vehículos de apoyo en los maratones, con los cuales dio inicio la investigación de un tren motriz totalmente eléctrico apropiado para un manejo práctico.
En este contexto, BMW tuvo una excelente visión orientada al futuro, puesto que se adelantaron a la gran crisis del petróleo sucedida en 1973, e incluso décadas más allá. Con ello, BMW dio el gran paso que surgió de la idea de electrificar sus vehículos porque el futuro así lo requeriría.
El BMW 1602 se presentó en un brillante color naranja y fue denominado como Elektro-antrieb, que en español sería “accionamiento eléctrico”. Este modelo de cero emisiones estaba construido sobre la base de sus hermanos de combustión, teniendo incluso una carrocería y apariencia exterior idéntica. No existía ninguna diferencia notable más que la ausencia del tubo de escape.
En el espacio para la transmisión se montó un motor Bosch de corriente directa y devanados derivados, que producía 32 kW / 43 hp. Ya desde entonces se comenzaron a desarrollar los sistemas que hoy son comunes en los vehículos electrificados, puesto que el motor también funcionaba como generador durante el frenado, y le devolvía algo de energía a las baterías. Por su parte, un conjunto de doce baterías Varta de plomo-ácido, que pesaban aproximadamente 350 kg, dotaban de la energía necesaria para impulsar las ruedas traseras.
El BMW 1602 de propulsión eléctrica alcanzaba los 50 km/h en 8 segundos y tenía una velocidad máxima de 100 km/h. La autonomía era de 30 km en la ciudad y del doble en carretera.
Ha pasado medio siglo desde que el primer BMW propulsado por electricidad se exhibiera en un evento tan importante como los Juegos Olímpicos de 1972. El legado del BMW 1602 de propulsión eléctrica es para siempre. Ya contaba con los sistemas tecnológicos iniciales que poco a poco se han ido mejorando y adaptando hasta la actualidad, como los conocemos hoy en los modelos de la gama BMW i, y su impacto va mucho más allá, al sentar las bases para la movilidad sustentable del futuro.